NORTE
04/10/2025

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Había en Ferrara,
un fraile franciscano,
que se llamaba Buenaventura,
hablaba con los pájaros,
y paseaba a medianoche,
por el Viccolo dello Spirito Santo,
que era la callejuela,
que cruzaba del convento a la residencia de estudiantes.
Me lo encontraba,
cuando paseaba cuando se apaga el día,
en bicicleta.
Ah, la sana juventud.
Me decía,
era bueno,
y eso que vivía luchando con el demonio,
yo,
no él.
Lucrezia Borgia me divisaba,
hablando con el discípulo del santo de Asís,
le brillaban los ojos,
desde el Palazzo,
de su Palacio de Diamantes.
La noche estaba llena de niebla,
y el corazón de bruma,
palabras eternas,
destellos,
de la princesa española,
y en el cielo,
joven Hermes,
¿Sabes el qué?
Nada menos que la luna